Parábola del hijo pródigo, Iglesia Ortodoxa, 'Panagia Dexia, en Tesalónica, Grecia

Monday, January 23, 2012

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito.." S. Juan 3:16

Judas traiciona al Señor JesuCristo, Iglesia Ortodoxa de Panagia Dexia, Tesalónica, Grecia

La fe cristiana ortodoxa considera toda la obra de Cristo como una efusión de la gracia (divina)
y no en términos legales. Cristo cumple la ley y muere en la cruz, para destruir las obras de
Satanás y no porque era necesario que Dios fuera apaciguado,
" Asi que por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al que tenía imperio de la muerte, esto es, al
diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida
sujetos a servidumbre.
Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la
semilla de Abraham "Hebreos 2:14-16. No era Dios el Padre, quien nos mantenía en
cautiverio, sino el Maligno, (la muerte y el pecado fueron los instrumentos de su
tiranía). Todas las manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento son
manifestaciones de la Segunda Persona de la Trinidad, el Hijo (YHVH), es la misma
Persona que nuestro Señor Jesucristo. El Verbo de Dios.

Nuestro Salvador desenmascara el engaño del acusador, cuando dijo, " El ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando
habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” S. Juan 8:44. La
doctrina de la expiación (en la cual Cristo muere para satisfacer la ira de Dios) es un punto
de vista occidental de la cruz, y no es ortodoxo. Este punto de vista herético de la expiación
es formulado por Anselmo de Canterbury (1033-1109) en su Cur Deus Homo. El sermón
de Jonathan Edwards  "Pecadores en las manos de un Dios enojado",  es una calumnia
gravísima contra el amor del Padre. "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos
dará también con él todas las cosas?" Rom.8:31-32. Cristo no murió en la cruz para apaciguar
a un Dios airado, sino para destruir la obra de nuestro enemigo, el diablo. Nuestro Señor
"destruyo la muerte por la muerte" (verso de la liturgia pascual). La cruz es la expresión de
amor más elocuente del único Dios, el cual,  "quiere que todos los hombres sean salvos y
vengan al conocimiento de la verdad" 1 Timoteo 2:4.

Lea también: " Once Delivered to The Saints”, por Fr. Michael Azkoul,
ISBN: 0-913026-84-0 p. 128 y nota 47, y en la página 133 D, "Su honor perdido debe ser
recompensado o castigo debe resultar (del acto pecaminoso), para que (él) no sea injusto
consigo mismo". ¡Qué lejos está esto de la fe una vez dada a los santos!

1) San Gregorio, el Teólogo, en el Discurso 45:22 nos dice, "Ahora vamos a examinar otro
hecho y dogma, descuidado por la mayoría de la gente, pero a mi juicio, bien vale la pena
investigar. 
A quien fue ofrecida la sangre que fue derramada por nosotros. , y por qué
fue derramada? Me refiero a la preciosa y famosa Sangre de nuestro Dios y Sumo
Sacerdote y Sacrificio. Fuimos detenidos en cautiverio por el Maligno, vendidos 
bajo
al pecado, y recibiendo  placer a cambio de iniquidad. Ahora bien, como el precio de
rescate pertenece sólo a aquel quien mantiene en cautiverio, yo pregunto, ¿a quién
se ofreció esta (Sangre) y por qué causa?
Si al Maligno, ¡Que ultraje! Si el ladrón recibe
rescate, no sólo (por parte) de Dios, sino un rescate que consiste en Dios mismo, y recibe tal
pago ilustre por su tiranía, un pago por el cual habría sido justo que (Dios el Padre) nos
hubiera abandonado del todo. Pero si al Padre, te pregunto primero, ¿cómo? Porque no era
por El que estábamos siendo oprimidos, y la próxima (pregunta), ¿De qué manera la Sangre
de Su Hijo Unigénito deleitó al Padre, Quien no  recibiera  ni aun asi a Isaac, cuando estaba
siendo 
ofrecido por su padre, pero cambió (la victima) del sacrificio, poniendo un carnero en
el lugar de la víctima humana? ¿No es evidente que el Padre lo acepta (al Hijo) pero ni lo
pidió ni lo demando, sino que por causa de la encarnación,  y porque la humanidad debe ser
santificada por la humanidad de Dios, para así liberarnos él mismo, y asi vencer al tirano, y
atraernos a Él por la mediación de su Hijo, quien también preparo esto de antemano, en honor
del Padre, al cual le es manifesto que El ( el Hijo) obedece en todas las cosas? Tanto así hemos
dicho de Cristo, la mayor parte de lo que podríamos decir será  reverenciado en silencio. Pero
esa serpiente de bronce [Números 21:9] fue colgada como un remedio contra las serpientes
mordantes, no como un tipo de Aquel quien  sufrió por nosotros, pero en contraste;  y esta (la
serpiente de bronze) salvó a los que levantaron la vista hacia ella,  no porque creían que (la
serpiente) estaba viva, sino porque fue muerta, y mató con ella los poderes que estaban sujetos
a la misma, siendo destruidos como se lo merecía. ¿Y cuál es el epitafio adecuado para ella de
parte de nosotros ? Oh muerte, dónde está tu aguijón, oh sepulcro, ¿dónde está tu victoria? 
(Ustedes) son derrocado por la Cruz. Ustedes son asesinados por El quien es el dador de la
vida, ustedes han quedado sin  aliento, muertos, sin movimiento, a pesar de que  persisten en
levantar la forma de la serpiente en lo alto de un madero”, 

2) San Nikolai Velimirovich, del  himno Akáthistos  ‘A Jesús Conquistador de la Muerte’,
traducido al Inglés del Serbio original por el Monasterio de San Paisios en Safford , Arizona,
2009, pagina 18, 3er IKOS, "Atontados por el pecado, la gente supuso que Tú estabas
luchando  contra ellos, así que se regocijaron cuando te levantaron en la cruz, regocijándose
como vencedores de su enemigo. Pero tu batalla no era contra el hombre, O amante de la
humanidad; sino contra el príncipe de este mundo y sus miles de legiones quienes mantienen
a la humanidad en sus cadenas, quienes engañan  a cada ser humano, vertiendo inmoralmente
veneno en las almas humanas. Tú mismo descendiste  al campo de batalla, para revelar la
debilidad de los espíritus malignos. Tú elegiste la muerte como una arma en la batalla contra
ellos. Habiendo ganado  la victoria sobre los espíritus malignos, Tú destruiste el pecado;
habiendo destruido el  pecado Tú pisoteaste la muerte, después de haber hollado la muerte
Tú disipaste el temor, y a esa prisión de esclavos, el mundo, Tú has proclamado ser el hogar
de la libertad, O Jesús mi libertad, Jesús mi valor, Jesús, mi luz, Jesús, mi amigo, Jesús, mi
Salvador, Jesús, mi Conquistador, ten misericordia de mí”.

3) San Ireneo, "Contra las herejías", libro 3, capitulo 23 "Porque si el hombre, que había sido
creado por Dios para que viviera, después de perder la vida, a través de ser herido por la
serpiente que lo había corrompido, no debiera volver a la vida, sino que debiera ser totalmente
[y para siempre] abandonado a la muerte, Dios [en este caso] habría sido conquistado, y la
maldad de la serpiente habría prevalecido sobre la voluntad de Dios. Sin embargo, puesto que
Dios es invencible y paciente, El de hecho demostró ser paciente  en el asunto de la corrección
del hombre y en el periodo de prueba de todos, como ya he señalado, y por medio del Segundo
Hombre ciñó al hombre fuerte (el maligno, Satanás), y estropeó sus bienes, y abolicionó  la
muerte, vivificando a ese hombre que había estado en una condición de muerte. Porque en el
primer Adán (el hombre) se convirtió en un vaso en su posesión (de Satanás), a quien también
mantuvo bajo su poder, es decir, produciendo pecado en el inicuamente, y bajo la ilusión de
inmortalidad impuso la muerte sobre el. Porque, al tiempo que promete que ellos serian como
dioses , lo cual de ninguna manera era posible para él ser, el (Satanas) obró la muerte en ellos:
por tanto, quien había llevado cautivo al hombre, fue capturado justamente a su vez por Dios,
pero el hombre, quien había sido llevado cautivo, fue liberado de las ataduras de condenación.”

4) San Juan Crisóstomo dice en el Sermón 6to a los Colosenses.  “Que quiere decir que el
diablo tenia posesión de ella, la  garantía que Dios estableció para el hombre, diciendo: "porque
el día que de él comieres, ciertamente morirás.” Génesis 2:17. Esta garantía, entonces, el diablo
tenia en su posesión. Y Cristo no nos lo dio pero El mismo lo partio en dos, la acción de uno
que remite con gozo.” cita

5) San Nicolás Cabasilas escribe en “ La vida en Cristo” (raducido por Carmino J. de
Catanzaro) Crestwood, NY:. SVS Press, 1974, paginas:.162-4; Contra el concepto
occidental de la Expiación: haciendo volver al hombre quien creía ser objeto del odio (de Dios);
"Así como el cariño humano, cuando abunda, abruma a los amantes y les hace estar fuera de sí,
así el amor de Dios para el hombre despojó a Dios (Fil 2:07 ).... Él busca el amor a cambio y no
se retira cuando es tratado con desdén. Él no está enojado por el maltrato, pero aun cuando ha
sido rechazado, El esta 
junto a la puerta (ver Ap 3:20) y lo hace todo para demostrarnos que Él
ama, incluso soportando el sufrimiento y la muerte para probarlo. Era necesario, entonces, que
la grandeza de su amor no debía permanecer oculta, pero que El debía dar prueba del amor más
grande y amando demostrar la medida máxima del amor. Así que concibió este despojamiento
de si mismo y lo llevó a cabo, e hizo el instrumento [es decir, la naturaleza humana de Cristo] por
el cual podría ser capaz de soportar cosas terribles y sufrir dolor. Cuando hubo probado por
medio de las cosas que soporto, que él realmente ama en extremo, El volvió al hombre, quien
había huido del  Bueno porque había creído ser el objeto del odio, hacia sí mismo. ¿Qué puede
igualar ese cariño? ¿Qué ha el hombre amado tan grandemente? ¿Qué madre amó con tanta
ternura? Is. 49:15). ¿Que padre amo a sus hijos así? ¿Quién ha sido capturado por tal manía 
de amor por cualquier cosa hermosa de tal manera que por ese amor, el no solamente permite
ser herido voluntariamente por el objeto de su amor, sin desviarse de su cariño por el ingrato,
pero aun aprecia las mismas heridas por encima de todo?


6) Y San Silvano, (El titula su poema El lamento de Adán) al comprender tal amor tan maravilloso,
llora con mucha tristeza! : "El desierto no me deleita, ni las altas montañas, ni los prados, ni los
bosques, ni el canto de las aves. No encuentro deleite en nada. Mi alma se apena con un gran
dolor: he apenado a Dios. Y si el Señor me estableciera de nuevo en el paraíso, allí también de
nuevo  me apenaría y lloraría. ¿O, por qué le he causado dolor a mi amado Dios? San Silvano
en  ‘San Silvano del Monte Athos’ escrito por el Archimandrita Sophrony, p.450

7) San Simeón el Nuevo Teólogo en sus ‘Himnos del Amor Divino’, Traducido por  George A.
Maloney, p 45-46,5+ escribe "Y estando en medio de mi celda, yo veo a Quien está tan fuera
del mundo como aquí presente, lo veo y converso con El y, entonces me atrevo decir; ¡Yo le
amo y El me ama! Yo como, me alimento sólo con esta contemplación. Y siendo uno con El, 
yo soy transportado sobre los cielos. Que esto es verdadero y cierto yo sé. Yo sé que El quien
permanece inmóvil desciende. Yo se que Él quien es invisible se aparece a mi. Yo se  que El
quien esta separado de toda la creación me toma dentro de sí mismo y me esconde entre sus
brazos. Y yo sé que no voy a morir porque estoy dentro de la vida, y que tengo toda la Vida
que fluye completamente dentro de mí. El esta en mi corazón.”

"La victoria de Cristo sobre la tumba es ahora, hoy, como la fiesta de Pascua  proclama en
éxtasis. El es ya las ‘primicias’ de la era por venir, el primer hombre de la nueva creación. El
último enemigo, la muerte, ya está destruido (1 Cor.15: 26.) La creación ya ha sido ofrecida
y aceptada por Dios el Padre como un "sacrificio a Dios en olor fragante" Efesios 5:2,  lo
que significa que ‘la remisión de los pecados ' h
a sido lograda, la creación regenerada ha sido
ofrecida al Padre y el Señor resucitado, representando a la humanidad, asciende a la diestra
de la Majestad.
Finalmente, el Espíritu Santo es enviado por Cristo a su pueblo. "La Iglesia es la era venidera",
dijo San Juan Crisóstomo. Nada impide ya la koinonia (comunión) entre el Creador y la
criatura, excepto la incredulidad”.
‘Once Delivered to the Saints’,p.130, by Fr Michael Azkoul, Publicado por
St Nectarios Press 2000.

Y el Apostol Juan, se une al coro de los redimidos diciendo;
“Digno es el Cordero que fue inmolado [Rev.5: 12],
y nos ha redimido para Dios con su sangre [Rev.5: 9]
de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza,
la honra, la gloria y la alabanza [Rev.5: 12]
La bendición y la honra, la gloria y el poder sean a Él,
Quién está sentado en el trono y al Cordero
por siempre, y siempre [Rev.5: 13]
.. ¡Amén!” [Rev.5: 14]

Sunday, August 7, 2011

Invitacion a la conversión -El Perdon de los Pecados


San Cirilo de Jerusalen origen
CATEQUESIS II: INVITACIÓN A LA CONVERSION 
origen

Pronunciada en Jerusalén, trata sobre la conversión y el perdón de los pecados, y acerca del enemigo. La lectura de base es de Ezequiel 18, 20b-21: Al justo se le imputará su justicia y al malvado su maldad. En cuanto al malvado, si se aparta de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, vivirá sin duda, no morirá»(1).
Realidad del pecado
1. Realidad temible es el pecado y gravísima enfermedad del alma es la iniquidad: le secciona los nervios y además la dispone al fuego eterno. La maldad se da cuando hay delectación libre, un germen que lleva voluntariamente al mal. Ya el profeta señala con claridad que el pecado se comete de modo espontáneo y libre: «Yo te había plantado de la cepa selecta, toda entera de simiente legítima. Pues ¿cómo te has mudado en sarmiento de vid bastarda?» (Jer 2, 21). La plantación es buena, pero el fruto es malo, malo por la libre voluntad: el que plantó está libre de culpa, pero la viña será aniquilada por el fuego; plantada para el bien, produjo el mal por su propio deleite. Pues, según el Eclesiastés, «Dios hizo sencillo al hombre, pero él se complicó con muchas razones» (Ecl 7, 29). Y el Apóstol dice: «Hechura suya somos, creados... en orden a las buenas obras» (Ef 2, 10). Pues siendo bueno el creador, creó «en orden a las buenas obras», pero la creatura se volvió al mal por su propio arbitrio. Grave mal es, según esto, el pecado. Pero no es irremediable: es grave para quien permanece en él. Pero es fácil de sanar a aquel que lo rechaza en la conversión. Imagínate que alguien tiene fuego en sus manos. Sin duda se abrasará mientras retenga el carbón, pero si lo arroja fuera de sí, suprime la causa de su quemadura. Pero si alguien piensa que no se quema al pecar, a ese tal le dice la Escritura: «¿Puede uno meter fuego en su regazo sin que le ardan los vestidos?» (Prov 6, 27). Así pues, el pecado abrasa los nervios del alma.
El origen del pecado en el interior del hombre
2. Pero dirá alguno ¿Qué es el pecado? ¿Es un animal, un ángel o un demonio? ¿Qué es lo que lo produce?(2). Atiende bien: no es un enemigo que te invada desde fuera, sino algo que brota de ti mismo. «Miren de frente tus ojos» (Prov 4, 25) y no experimentarás la pasión. Ten lo tuyo, no te apoderes de lo ajeno y no existirá en ti la rapiña. Acuérdate del juicio y no existirán en ti la fornicación ni el adulterio ni el homicidio ni nada que sea pecaminoso. Pero si te olvidas de Dios, comenzarás a pensar en el mal y a realizar lo ilícito.
El diablo y el pecado
3. Pero no sólo tú eres origen y autor de lo que haces: hay también un depravado instigador, el diablo(3). El tienta a todos, pero no puede con los que no consienten. Por ello dice el Eclesiastés: «Si el espíritu del que tiene poder se abate sobre ti, no abandones tu puesto»(4). Cierra tu puerta y hazlo huir lejos de ti para que no te cause daño. Pero si das entrada con indiferencia al pensamiento libidinoso, oponiéndose a tu ánimo, plantará en ti sus raíces, atará tu mente y te arrastrará hasta la cueva de los malvados. Y si acaso dices: Soy fiel, no podrán conmigo los malos deseos, aunque frecuentemente los tenga en mi ánimo. ¿Ignoras tal vez que la raíz que permanece tiempo ligada a la piedra acaba siempre rompiéndola? No aceptes siquiera el germen, porque hará añicos tu fe. Arranca de raíz el mal antes de que florezca, no sea que, actuando negligentemente desde un comienzo, tengas luego que pensar en el fuego (cf. Jer 23, 29) y en el hacha (Mt3, 10). Cúrate a tiempo la inflamación de ojos, para que no te quedes ciego y busques entonces médico.
4. Causante primero del pecado es el diablo, origen de la maldad. Esto no lo he dicho yo, sino el Señor: «Porque el diablo peca desde el principio»(5). Antes que él nadie pecó. Pero no pecó por fuerza de la naturaleza(6), como si hubiese estado obligado al pecado (en ese caso, habría incurrido en pecado quien le hubiese hecho tal), sino que, creado bueno, se convirtió en diablo tomando nombre de su actuación(7). Pues, habiendo sido arcángel(8), se le ha llamado posteriormente diablo (o calumniador, Satanás), habiéndosele considerado después así en virtud de la cosa misma. Satanás es, pues, lo mismo que adversario (9). Las pruebas no las aporto yo, sino el profeta Ezequiel: «Eras el sello de una obra maestra y corona de hermosura, engendrado en el paraíso divino» (Ez 28, 12 var.). Y poco más abajo: «Fuiste perfecto en tu conducta desde el día de tu creación, hasta el día en que se halló en ti iniquidad» (28, 15)(10). Esto no te vino de fuera, sino que tú mismo engendraste el mal. Poco más abajo señala la causa: «Tu corazón se ha pagado de tu belleza, has sido herido por la muchedumbre de tus pecados, sí, por tus pecados. Yo te he precipitado en tierra» (28, 17 var.). Lo mismo dice el Señor en el Evangelio en el mismo sentido: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lc 10, 18). Ya ves la consonancia entre ambos Testamentos. Al caer aquél, arrastró a muchos consigo. A quienes le siguen les sugiere malos deseos, de lo que se siguen el adulterio, la fornicación y cualquier clase de mal. Por causa suya fue expulsado nuestro primer padre Adán del paraíso y cambió éste, del que brotaban frutos admirables, por una tierra que le ofrecía espinas.
Esperanza para el pecador
5. Entonces, dirá alguno, ¿hemos perecido engañados? ¿no habrá salvación alguna? Caímos, ¿podremos levantarnos? (Jer 8, 4). Hemos quedado ciegos ¿podremos recuperar la vista? Estamos cojeando, ¿no hay esperanza de que caminemos correctamente alguna vez? Diré en resumidas cuentas: ¿No podremos alzarnos después de haber caído? (cf.Sal 41, 9) ¿Es que acaso quien resucitó a Lázaro, con hedor ya de cuatro días (Jn 11,39), no te resucitará vivo también a ti? Quien derramó su preciosa sangre por nosotros nos liberará del pecado para que no claudiquemos de nosotros mismos (cf. Ef 4, 19)(11), hermanos, cayendo en un estado de desesperación. Mala cosa es no creer en la esperanza de la conversión. Quien no espera la salvación acumula el mal sin medida; pero el que espera la curación, fácilmente es misericordioso consigo mismo. Igualmente el ladrón que no espera que se le haga gracia llega hasta la insolencia; pero, si espera el perdón, a menudo termina por hacer penitencia. Si incluso una serpiente puede mudar la piel, ¿no depondremos nosotros el pecado? También la tierra que produce espinas se vuelve feraz si se la cultiva con cuidado: ¿Acaso podremos obtener nosotros de nuevo la salvación? La naturaleza es, pues, capaz de recuperación, pero para ello es necesaria la aceptación voluntaria.
Misericordia y amor de Dios hacia el pecador
6. Dios ama a los hombres, y no en escasa medida. No digas tú entonces: He sido fornicario y adúltero, he cometido grandes crímenes, y ello no sólo una vez sino con muchísima frecuencia. ¿Me perdonará, o más bien se olvidará de mí? Escucha lo que dice el salmista: «¡Qué grande es tu bondad, Señor!» (Sal 31, 20). Tus pecados acumulados no vencen a la multitud de las misericordias de Dios. Tus heridas no pueden más que la experiencia del médico supremo. Entrégate sencillamente a él con fe; indícale al médico tu enfermedad; di tú también con David: «Sí, mi culpa confieso, acongojado estoy por mi pecado» (Sal 38,19). Y se cumplirá en ti lo que también se dice: «Y tú has perdonado la malicia de mi corazón» (Sal 32, 5)(12).
7. ¿Quieres ver el amor de Dios al hombre tú, que hace poco que vienes a las catequesis? ¿Quieres contemplar la benignidad de Dios y la enormidad de su paciencia? Mira el caso de Adán. Es el primer hombre que Dios creó, y pecó: ¿no pudo advertirle de que a continuación moriría? Pero mira lo que hace el Dios que tanto ama a los hombres. Lo arroja del paraíso (pues por el pecado no era digno de vivir allí). Y lo coloca en cualquier lugar fuera de allí (cf. Gén 3,24), para que, al ver de dónde ha caído y a dónde ha sido arrojado, consiga luego la salvación mediante la conversión. Caín, primer hombre dado a la luz, se convirtió en fratricida; maquinador del mal, autor y causante de asesinatos, y primer envidioso, quitó después de en medio a su hermano. ¿A qué pena se le condena?: «Vagabundo y errante serás en la tierra» (Gén 4, 12). Grande fue el pecado, pero leve el castigo.
8. Y ésta fue verdaderamente la clemencia de Dios, pero pequeña todavía con respecto a lo que siguió. Pues piensa en lo que sucedió en tiempo de Noé. Pecaron los gigantes y la maldad se extendió grandemente sobre la tierra (cf. Os 4, 2)(13). Por ella se provocó el diluvio: en el año quinientos profirió Dios su amenaza (cf. Gén 6, 13)(14). ¿No crees que la benignidad de Dios se extendió durante cien años cuando se podía haber infligido el castigo al momento? Todo lo alargó para dar lugar a la conversión. ¿Acaso no ves la bondad de Dios? Ni siquiera aquellos hombres, si hubiesen recobrado entonces el buen sentido, habrían notado que les faltaba la clemencia divina.



    La Bondad de Dios es mayor que el pecado
9. Hablemos ahora de aquellos que se han salvado a través de la conversión. Habrá entre las mujeres quien diga: soy una prostituta, he sido adúltera, manché mi cuerpo con toda clase de lujuria. ¿Qué posibilidad existe de salvación? Observa, mujer, el caso de Rahab, que también para ti hay salvación. Pues si la que se dedicaba a la prostitución abierta y públicamente obtuvo su salvación mediante la conversión, ¿acaso quien abusó de su cuerpo alguna vez antes de haber recibido la gracia no obtendrá la salvación por la penitencia y el ayuno? Date cuenta de cómo se  salvó, pues simplemente dijo: «Yahveh, vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra» (Jc 2, 11)(15). No se atrevía por pudor a decir que era suyo. Pero si deseas recibir el testimonio recogido en las Escrituras acerca de su salvación, tienes escrito en los Salmos: «Cuento a Rahab y a Babilonia entre los que me conocen» (Sal 87, 4). Grande es la benignidad de Dios, que en las Escrituras hace memoria incluso de las meretrices. Y no dice simplemente «cuento a Rahab y a Babilonia», sino que añadió lo de «entre los que me conocen». Así pues, los hombres y mujeres pueden obtener la salvación mediante la conversión.
10. Y aunque todo el pueblo hubiese pecado, ello no supera a la benignidad divina. El pueblo había frabricado un becerro, pero Dios no se arrepintió de su clemencia. Negaron los hombres a Dios, pero Dios no se negó a sí mismo (cf. 2 Tim 2, 13). «Entonces ellos exclamaron: "Estos son tus dioses, Israel"» (Ex 32, 4); y sin embargo, según su modo de actuar, el Dios de Israel los custodió. Tampoco fue el pueblo el único que pecó, pues también peco Aarón, el sumo sacerdote. Moisés, en efecto, dice: «También contra Aarón estaba Yahvé violentamente irritado... Intercedí también entonces en su favor y Dios le perdonó» (Dt 9, 20). Ya Moisés, suplicando en favor del sumo sacerdote pecador, suavizó la ira de Dios. ¿Y Jesús, el Hijo único que ora por nosotros, no aplacará a Dios? No le impidió a Aarón, a pesar de su culpa, que llegase a ser sumo sacerdote. ¿Te obstaculizará a ti que, por provenir de los gentiles, entres en la salvación? Haz igualmente penitencia tú también, oh hombre: no se te negará la gracia. Adopta después una vida irreprensible: Dios ama verdaderamente a los hombres y nadie puede explicar su clemencia a causa de su dignidad personal: incluso aunque se juntasen todas las lenguas de los hombres, ni siquiera así podrían explicar una parte de su benignidad, es decir, ni siquiera una parte de lo que se ha escrito acerca de la benignidad de Dios para con los hombres. Pero tampoco sabemos además cuánto perdonó a los ángeles, pues también a ellos les perdona, pues realmente sólo existe uno que esté sin pecado, el que nos libra de éste, Jesús(16). Pero ya se ha dicho suficiente acerca de los ángeles.
El ejemplo de la conversión de David
11. Pero si lo deseas, te presentaré también otros ejemplos que se refieren a nosotros: piensa en el bienaventurado David, claro ejemplo de conversión. Gravemente pecó cuando, después de acostarse, paseó en las horas de la tarde por la terraza mirando descuidadamente y cayendo en su debilidad humana (cf. 2 Sam 11, 2). Cometió el pecado, pero, al confesarlo, no desapareció totalmente el brillo de su alma. Se presentó el profeta Natán, que le corrigió diligentemente y fue el médico de sus heridas (cf. 2 Sam 12, 1-1 5a). «Se ha airado el Señor y has pecado»(17). Esto se lo decía un particular al rey. Pero el rey, pese a la dignidad de la púrpura, no se indignó. Pues no tenía en cuenta a quien hablaba, sino al que le había enviada a éste. No le cegó la cohorte de soldados que le rodeaba, pues pensaba en el ejército de los ángeles del Señor y temblaba «como si viese al invisible». Y respondió al enviado, o más bien, al Dios que le enviaba: «He pecado contra el Señor» (2 Sam 12, 13). Ya ves la sumisión y la confesión del rey: ¿Acaso alguien le había declarado convicto? ¿Había muchos que conociesen el delito? El hecho se había producido rápidamente, pero el profeta se había presentado pronto como acusador. Apenas producida la ofensa, se confiesa el pecado. Al ser reconocido con claridad y sencillez, fue sanado rapidísimamente. Pues el profeta Natán, que le había conminado, le dice al momento: «También Yahvé perdona tu pecado» (ibid). Observa cómo cambia muy rápidamente el Dios que ama a los hombres. Dice, no obstante: «Provocando (a Dios), has provocado a los enemigos del Señor» (2 Sam 12, 14, según versiones). Tenias muchos enemigos a causa de la justicia, pero te protegía la castidad. Pero cuando has descuidado esta protección, tienes a tus enemigos en pie para alzarse contra ti. Esta fue la forma como le consoló el profeta.
12. Pero el bienaventurado David, a pesar de haber oído lo de que «Dios ha perdonado tu pecado», no descuidó hacer penitencia aunque fuese rey, sino que, en lugar de la púrpura, se vistió de saco, y se sentaba no en asientos de oro, sino sobre ceniza y en el suelo18. Pero no sólo se sentaba en la ceniza, sino que también se alimentaba de ella, como dice él mismo: «El pan que como es la ceniza» (Sal 102, 10). Su ojo lujurioso lo colmó de lágrimas, según dice: «Baño mi lecho cada noche, inundo de lágrimas mi cama» (Sal 6, 7). Cuando los príncipes le exhortaban a que probase el pan, no asintió y continuó su ayuno hasta el séptimo día (2 Sam 12, 17-20). Si el rey se manifestaba así, ¿no harás lo mismo tú que eres un simple particular? Después de la rebelión de Absalón, al ofrecérsele (al rey) diversos caminos para la huida, eligió hacerlo a través del monte de los Olivos (2 Sam 15, 23), como invocando en su mente al Libertador, que desde aquí había de ascender a los cielos(18)(19). Y como le hiriese Semeí con duras maldiciones, respondió: «Dejadlo»(20), pues sabía que a quien perdona se le dará el perdón(21).
Otros ejemplos de penitencia
13. Ves que es cosa buena el confesar. Y ves que es la salvación para los que se convierten. También Salomón había caído (I Re 11, 4), pero, ¿cuál es la razón de decir: «Después hice penitencia»(22)? También Ajab, rey de Samaria era un malvado adorador de ídolos, de notoria maldad, asesino de profetas, impío, codicioso de campos y viñas ajenas (I Re 20-21). Pero cuando hizo perecer a Nabot por instigación de Jezabel, y una vez llegado el profeta Elías que quiso amenazarle, rasgó sus vestidos y se vistió de saco. ¿Qué dice entonces el Dios misericordioso a Elías?: «¿Has visto cómo Ajab se ha humillado en mi presencia?» (I Re 21, 29), como queriendo calmar el genio del profeta inclinándolo hacia el penitente. Y dice: «No traeré el mal en vida suya» (ibid.; para todo el episodio, cf. 1 Re 21, 17-29). Y aunque el rey, después del perdón, no habría de apartarse del pecado, Dios le perdona incondicionalmente, no porque desconociese el futuro, sino concediendo su misericordia en el momento en que está mostrando la conversión. Propio de un juez justo es dictar sentencia ajustada a cada uno de los hechos.
14. En otra ocasión estaba en pie Jeroboam ofreciendo sobre un altar sacrificios a los ídolos: su mano sufrió una parálisis por haber mandado apresar al profeta que le recriminaba. Pero al experimentar por sí mismo la potestad de aquel hombre, exclamó: «Aplaca, por favor, el rostro de Yahvé tu Dios» (1 Re 13,6; cf. 13, 1ss). Y en virtud de esta palabra le fue restablecida totalmente la mano. Pero si un profeta curó a Jeroboam, ¿acaso no podrá Cristo liberarte sanándote de tus pecados? También Manasés cometió numerosos crímenes: fue el que hizo matar a Isaías, se contaminó con todo género de idolatrías y llenó a Jerusalén de muertes de inocentes (2 Re 21, 16). Pero, conducido cautivo a Babilonia, por la experiencia de su propio mal utilizó la medicina de la conversión. Pues dice la Escritura que Manasés se humilló profundamente en presencia del Dios de sus padres y «oró a él y Dios accedió, oyó su oración y le concedió el retorno a Jerusalén, a su reino» (2 Crón 33, 12, 13). Si éste, que había hecho aserrar al profeta(23), se salvó mediante la conversión, ¿no te salvarás también. tú, que no has cometido nada tan grave?
Confiar en la posibilidad de la conversión. Ezequías
15. No desconfíes sin motivo de la fuerza de la conversión. ¿Quieres saber realmente la fuerza que tiene la penitencia? ¿Quieres conocer a fondo esta fortísima espada de la salvación y aprender el valor que tiene la confesión?(24). Por la conversión aniquiló Ezequías a ciento ochenta y cinco mil enemigos (2 Re 19, 35). Y esto es realmente admirable, pero es poco en comparación con el hecho de haber cambiado mediante la conversión la sentencia divina que ya había sido pronunciada contra él. Pues Isaías le había dicho en su enfermedad «Da órdenes acerca de tu casa, porque vas a morir y no vivirás» (2 Re 20, 1). Y no había, pues, expectativas, una vez que el profeta había dicho «vas a morir». Sin embargo, no revocó Ezequías su conversión, acordándose de lo que está escrito: «Por la conversión y calma seréis liberados» (Is 30, 15)(25). Se volvió a la pared y elevando desde el lecho su mente al cielo (el grosor de las paredes no podía impedir sus devotas preces), exclamó: «¡Señor, acuérdate de mí!» (cf. Is 38, 3), como si dijera: «Para mi salud me basta que te acuerdes de mí, tú que no estás sometido al tiempo, sino que has creado las leyes de la vida. La razón de nuestra vida no está en el origen ni el tamaño de cada uno de los astros, como algunos sueñan, sino que eres tú quien rige la vida y su duración según los planes de tu voluntad». A causa del anuncio del profeta (cf. Is 38, 1 ) había perdido (Ezequías) la esperanza de vivir, pero el tiempo de su vida le fue prorrogado en quince años, de lo que se le ofreció como signo el retroceso del sol (38, 8). El sol volvió atrás por Ezequías. E igualmente llegó a faltar el sol a causa de Cristo, no retrocediendo sino apagándose(26), mostrando así la diferencia entre Ezequías y Jesús. Pero si aquel pudo anular la sentencia de Dios, ¿no podrá Jesús conceder el perdón de los pecados? Apártate de ellos y llóralos en tu alma; cierra las puertas y ora para que te sean perdonados (cf. Mt 6), de modo que Dios sofoque las llamas ardientes que brotan de ti, pues la confesión(27) puede extinguir el fuego y amansar a los leones.
Los tres jóvenes y Nabucodonosor
16. Pero si no crees, piensa en lo que les sucedió a Ananías y a sus compañeros. ¿Cuántos sextarios de agua(28) se necesitaban para apagar una llama que se elevaba hasta los cuarenta y nueve codos (Dan 3, 47)? Pero donde más alta era la llama, allí se derramó la fe como si fuese un río, y señalaban el remedio de los males: «Eres justo en todo lo que nos has hecho... Sí, pecamos, obramos inicuamente» (Dan 3, 27, 29). Y la penitencia disolvió las llamas. Pero si desconfías de que la conversión pueda apagar el fuego de la gehenna, aprende de lo que les sucedió a Ananías y a sus compañeros. Aunque algún oyente agudo podrá decir: «Dios los liberó entonces justamente». Puesto que no quisieron dar culto al ídolo, les concedió Dios la fuerza y el poder. Y como verdaderamente fue así, pasaré ahora a otro ejemplo de conversión.
17. ¿Qué opinión tienes acerca de Nabucodonosor? ¿No has oído por las Escrituras que fue sanguinario y fiero como un león? ¿No has oído que sacó los huesos de los reyes de sus sepulcros para arrojarlos al aire? (cf.Jer 8, 1ss)? ¿No has oído que se llevó al pueblo al destierro y que cegó los ojos del rey tras hacerle contemplar la degollación de sus hijos? (2. Re 25, 7) ¿Y que destrozó a los querubines? No me refiero a los querubines que sólo con la mente se contemplan. ¡Quita esta idea de tu cabeza! Me refiero a los querubines que estaban esculpidos, pero también al propiciatorio desde el cual Dios hablaba (cf. Ex 25, 1718, 22). También profanó el velo del santuario. Tomando el incensario, lo llevó al templo de los ídolos(29). Transformó todos los objetos de la ofrenda, arrasó el templo desde sus cimientos. Mereció innumerables castigos por los reyes muertos y por los santos a los que injurió. Y puesto que había reducido al pueblo a servidumbre y había colocado los vasos sagrados en los templos de los ídolos, ¿acaso no era digno de padecer mil muertes?
18. Has visto la magnitud de los crímenes. Vuélvete ahora a la clemencia de Dios. Era (Nabucodonosor) como una fiera: vivía de modo solitario y tenía que ser golpeado para ser domesticado. Tenía las garras de un león, con las cuales agarraba a los santos, y las crines de los leones. Era, en efecto, un león rápido y rugiente. Comía heno como el buey y era como un jumento que no sabía quien le había dado el reino(30). Su cuerpo se cubrió de rocío, pero no creyó al ver el fuego apagado por ese mismo rocío. ¿Y que es lo que sucedió?: «Al cabo del tiempo fijado, yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo... y bendije al Altísimo, alabando y exaltando al que vive eternamente» (Dan 4, 31). Cuando reconoció al Altísimo y dirigió a Dios estas palabras de su ánimo agradecido, se arrepintió de sus acciones confesando su propia debilidad. Dios le restituyó entonces el honor del reino.
Exhortación final
19. ¿Qué, pues? A Nabucodonosor, que tantos males había hecho, Dios le dio, al haber confesado, el perdón y el reino: y a ti, si te conviertes, ¿no te dará el perdón de los pecados y el reino de los cielos, si te conduces dignamente? Dios es clemente, pronto en perdonar y tardo para la venganza. Así pues, que nadie desespere de su propia salvación. Pedro, el príncipe de los apóstoles, negó tres veces al Señor ante una sierva cualquiera. Pero, tocado por el arrepentimiento, lloró amargamente: al llorar, manifiesta la conversión íntima del corazón; y por ello no sólo recibió el perdón por su negación, sino que también conservó la dignidad de Apóstol.
20. Hay, pues, hermanos, multitud de pecadores que se convirtieron y consiguieron la salvación, confesad también vosotros ardientemente al Señor para que recibáis el perdón de los pecados precedentes y, hechos dignos del don celestial, podáis heredar el reino de los cielos con todos los santos, en Cristo Jesús, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén(31)
NOTAS
[1] El tema de la catequesis es la conversión que se requiere antes del bautismo. La catequesis exhorta a la penitencia que pide el artículo del Credo «un único bautismo de conversión para el perdón de los pecados». Cf. sobre este particular la cat. 18, núm. 22. Es necesario también señalar que en ciertos códices se dice «trata sobre la conversión y el perdón de los pecados», pero en la explicación frontal del tema no se añade «acerca del enemigo», es decir, el diablo. Realmente el examen de la catequésis aclara que el tema es esencialmente la conversión y el perdón de los pecados, no siendo el diablo aquí más que un tema secundario.
[2] Cf cat. 4, núm. 21.
[3] Cat. 4, núms. 21, 24.
[4] Ecl. 10, 4, que completa el consejo con las palabras: «que la flema libra de graves yerros». Es la versión de la Biblia de Jerusalén, y el versiculo parece ser de por si un consejo de prudencia ante los errores de la autoridad. La interpretación que hace el texto de la catequesis supone otro contexto diferente, el de la tentación, pero la intención es válida: mantenerse firme en las dificultades de la tentación.
[5] En realidad la frase no es del Evangelio, sino de 1 Jn 3, 8: «Quien comete el pecado es del Diablo, pues el diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo». Pero en una línea semejante sí existe en Jn 8, 44, puesta en boca de Jesús, esta afirmación: «Este (el diablo) era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira».
[6] Probablemente, al negar la posibilidad de pecar «por fuerza (mejor, «por necesidad») de la naturaleza», como si el pecado fuese una exigencia ontológica del ser del diablo, está pensando Cirilo en la afirmación al respecto extendida entre gnósticos y maniqueos (cf. PG 33, 386, nota 8).
[7] La palabra griega diábolos, significa «calumniador», «detractor», «acusador», funciones que realiza sobre y contra el hombre.
[8] Esta idea del origen angélico del diablo se repite también en Cirilo, por ejemplo, en cat. 8, n. 4.
[9] Variante también posible: «Satanás significa pues diablo» (o calumniador). De hecho, en las versiones griegas de la Biblia la expresión hebrea «Satán» se traduce a menudo por diábolos.
[10] El oráculo profético se refiere propiamente a la caída del rey de Tiro. En realidad, el pasaje entero, Ez 28, 1-19, es un poema-oráculo contra aquel. Una nota de la Biblia de Jerusalén a 28, 11, donde comienza la predicción de la mencionada caída, señala: «Por una acomodación espontánea, la tradición cristiana ha aplicado a menudo este poema a la caída de Lucifer».
[11] Esta versión de Ef 4, 19, es más próximo a la traducción que hace la Vulgata del versículo, examinando el cual y su contexto se percibe la idea paulina de que, privado el hombre del contacto con Cristo, se termina por caer en una situación de desenfreno que perjudica al mismo ser humano como tal: Ef 4, 17. Es una idea afín a Rom 1, 18-32.
[12] Todo el Salmo 32 es importante como expresión del perdón tras el reconocimiento del pecado. El versículo 5, completo, señala: «Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: "Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías". Y tu absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado».
[13] A la iniquidad extendida sobre Israel, según Oseas, hace aquí referencia la edición de PG 33, 391, nota 62. Pero más bien habría que pensar en Gén. 6, 1-4, pasaje sobre el que tiene un indudable valor sintético la nota general de la Biblia de Jerusalén.
[14] La mención del año «quinientos» y «seiscientos» se refiere a años de la vida de Noé, si se toman al pie de la letra Gén 5, 32 y 7, 6.
[15] Comentario de este versículo: «Rajab se ha salvado por su fe, Hb 11, 31, y justificado por sus obras, Sant 2,25. Esta extranjera, que con su fe y su caridad consigue la salvación de toda su casa, se ha convertido entre los Padres en imagen de la Iglesia».
[16] Sobre la difícil afirmación de Cirilo acerca del pecado de los ángeles, cf. PG 33, 394-395.
[17] Esas palabras no son propiamente de la Escritura. Según PG 33, 396, pueden ponerse en relación con Isaías 64, 4: «He aquí que estuviste enojado, pero es que fuimos pecadores», en el contexto de una meditación-súplica a la vista de la historia de Israel.
[18] Interpretación de 2 Sam 12, 16.
[19] Cirilo hace aquí alusión a Lc 24, 50-51, la Ascensión, en combinación con Hech 1,12: «... se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos».
[20] Más exactamente: «Dejadle que maldiga, pues se lo ha mandado Yahvé» (2 Sam 16, 11).
[21] Cf. de hecho 2 Sam 16, 12: «Acaso Yahvé mire mi aflicción (tal vez «mi falta») y me devuelva Yahvé bien por las maldiciones de este día».
[22] La frase es traducción tanto del original griego como de la versión latina. Parece hacer referencia a Prov 24, 32, pero aquí Cirilo, como observa PG 33,390, utiliza un débil y complicado argumento para hablar de la conversión de Salomón, interpretando como tal el contexto por Prov 24, 30-34.
[23] Es una traducción judía la que menciona esta forma de martirio de Isaías, aunque los datos no son plenamente seguros.
[24] La «confesión» mencionada aquí es la confesión de fe. Debe tenerse en cuenta que tras la «entrega», traditio del Símbolo de la fe tiene que venir la «confesión» de fe en la «devolución» o redditio del Credo. Cirilo se refiere a la fuerza que tiene la confesión de la fe en el camino que conduce a la iniciación cristiana.
[25] Por otra parte, la enfermedad, la curación y el subsiguiente cántico de acción de gracias de Ezequías aparece también en Is 38.
[26] Sobre Ezequías cf. también Eclo 48, 26. En el caso de Jesús, cf. el oscurecimiento del sol en Mc 15, 33 par.
[27] El tema al que se apunta sigue siendo la confesión de fe que se hará en la devolución del credo.
[28] Sextario: medida de capacidad equivalente a poco más de medio litro en nuestro sistema de medidas.
[29] Cf. una descripción general en Dan 1,2.
[30] Es la afirmación de que el poder viene de Dios. Cf. cat. 8, n. 5. Sobre el tema, en el Nuevo Testamento, cf.Jn 19, 11 y Rom 13, 1-8.
  [31] Las ediciones de las catequesis de Cirilo de Jerusalén, presentan con frecuencia un segundo ejemplar de esta     segunda catequesis, deducido de los códices existentes y en parte a base de conjeturas sobre los mismos (por ejemplo, PG 33,407-424). No se ha creído aquí necesario ofrecer ninguna de esas versiones, porque son variantes que probablemente se deben a que están transcritas en ocasiones diferentes en que se pudo pronunciar la misma catequesis sobre la conversión.

Wednesday, August 3, 2011

El corazón, el centro de la persona humana

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Introducción: El corazón, el centro de la persona humana

Nosotros, los cristianos ortodoxos estamos ocupados en una aventura, una búsqueda de significado eterno. Tenemos que buscar y encontrar el corazón (en sentido espiritual),
puesto que este está en el centro 
de quienes somos como  personas humanas (del libro,
'The Enlargement of the Heart' escrito por Fr. Zacharías Zacharou). Esto es a lo que el
apóstol 
Pedro se refiere como la persona escondida en el  corazón, "sino el interno, 

el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios." I Pedro 3:4

¿Que es el corazón? "Por cuanto, el corazón físico es el centro de la vida del cuerpo, por tanto, el corazón del alma es el centro de nuestra vida espiritual .Padre Spyridon Logothetis

El corazón gobierna todo el hombre (significando la totalidad del ser humano, espiritu, alma y cuerpo) y cuando la gracia de Dios conquista todo el corazón, entonces reina sobre todos los pensamientos y las partes del hombre." Padre
 Spyridon Logothetis, en su libro, 
"The Heart", p.29-30. En la terminología del apóstol Pablo,el espíritu y el corazón son una y la misma cosa. "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios." Rom.8: 16. "Para San Pablo, el corazón es el lugar del espíritu del hombre" Padre John Romanides en "Patristic Theology" p. 20.  El corazón, dice el padre. Zacarías ".. es el lugar donde la comunión de Dios con el hombre se cultiva, el Espíritu de Dios se manifiesta, actúa y ora"  'The Enlargement of the Heart' por Fr Zacharias Zacharou, p.115. En consecuencia, "toda la lucha en la oración tiene como objetivo el descubrimiento y la conquista del corazón " p.115

También podemos preguntarnos, ¿dónde está el corazón? Fr. Zacarías responde: "El corazón está dentro de nuestro pecho.Cuando hablamos del corazón, hablamos de nuestro corazón espiritual, que coincide con el corazón físico. Pero cuando el hombre recibe la iluminación y la santificación, entonces todo su ser se convierte en un corazón espiritual", 'The Hidden Man of the Heart', p. 12." Nuestro corazón espiritual no es material pero existe en un lugar (misterioso) sobre o dentro del corazón físico."Fr. Spyridon Logothetis, 'The Heart', p.27. En otras palabras hay una conexión real entre el corazón físico y el corazón espiritual.
Sobre este punto San Calisto, el Patriarca de Constantinopla, dice: "Es asombrosamente  grande que Dios el Padre, ha derramado de su Espíritu una sensación noética (noera aesthisis), o un aliento (de vida espiritual) en los corazónes físicos de los que debidamente creen en el Verbo (de Dios) encarnado. ibid p. 28
La oscuridad y la desolación de un corazón violado por el pecado es realmente espantosa. En un corazón que no ha sido purificado, "hay dragones y hay leones, hay bestias venenosas y todos los tesoros del mal" San Macarios, Sermón 43:7, en 'The Fifty Spiritual Homilies', p. 222. "Como humo espeso (sofocante e iimpenetrable) en una casa de una habitación, así es el pecado, con sus pensamientos inmundos. Este (el pecado) se desliza (asienta) y se establece  sobre los pensamientos del corazón, junto con un número infinito de demonios". Sermón. 43:7

"La persona que verdaderamente cree en Cristo, debe ser transportada y cambiada de su estado presente de pecado (en maldad) a otro estado, uno que es bueno .."Sermón. 44:5 p. 224." Debe ser hecho de nuevo por el poder del Espíritu Santo. Y de esta manera él puede estar preparado para el reino de los cielos", ibid.
Así, un corazón que ha sido vivificado por las aguas del santo bautismo y la regeneración del Espíritu Santo, tiene el reino de Dios dentro de si mismo, "el reino de Dios está entre vosotros." Lucas 17:21. "Puesto que el reino de Dios está dentro de nosotros, el corazón es el campo de batalla de nuestra salvación, y todo el esfuerzo ascético está dirigido a su limpieza de toda inmundicia y a preservarlo puro ante el Señor", Fr Zacharias Zacharou en, "The Hidden Man of the Heart" p.1, MountTabor Publishing, 2008.
San Ciril de Alejandría, en su Comentario al Evangelio de San Lucas, Trans. por R. Payne Smith, editores Studion, Inc. p.468 nos dice que " ya que está dentro de ustedes, es decir, depende de su propia voluntad, y esta en su propio poder, si lo reciben o no. Porque  cada hombre que ha alcanzado la justificación mediante la fe en Cristo, y está adornado con toda virtud, es considerado digno del reino de los cielos. Y con el reino, recibimos todos los tesoros de la gracia (de Dios)."

Pero (en el corazón) también esta 
Dios, también los ángeles, la vida y el reino, la luz y los apóstoles, los tesoros de la gracia (divina), alli estan todas las cosas "San Macarios, Sermon.43:. 7, "The Fifty Spiritual Homilies" p.222."

El ( 
Dios) es el que ha formado el corazón de cada hombre de una manera única e irrepetible "The Hidden Man of the Heart", p.2 escrito por Fr. Zacharias Zacharou.

Por lo tanto,  con temor y temblor, prestemos atención a la advertencia grave de
l Predicador, el hijo de David, el rey Salomón, "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón , porque de él mana la vida" Proverbios 4:23. La tarea por delante no es fácil. El rey Salomón nos dice que "Como aguas profundas,es 
el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido lo alcanzará" Proverbios 20: 5. En última instancia, todos tenemos que descender a las profundidades de nuestros corazones, para hacer alli, batalla con Satanás, para alli eventualmente encontrarnos con nuestro Señor y aprender humildad de Cristo, quien "se humilló a si mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz"
Filipenses 2:8